El Nashda era un reflejo perfecto del modo de ver el mundo
que tenían los habitantes del Mundo Exterior.
Dicen que uno puede distinguir un idioma artificial de uno
natural por la longitud de ciertas palabras, la economía
del lenguaje hace que las palabras mas comunes sean mas
cortas que las de uso poco habitual.
Monosílabos:
Dash (guerra), nuk (matar), alj (morir),
ka (arma), nurd (violación).
¿Lo mas parecido a ‘perdonar’ ?
«Inrnahkala-uzinahtar»
Voluntariamente-Olvidar, el daño causado.
Lenguas y costumbres del Mundo Exterior Ainala Levskaya
Cuando soñaba siempre eran pesadillas, efectos secundarios de toda una vida al servicio de la organización.
Las pesadillas tenían tres variantes que se repetían, siempre las mismas.
En la primera variante la acechaban, ya fuese en callejones o en una pensión sin nombre, ella huía mientras soldados vestidos de negro la rastreaban. Intentaba esconderse, pero ellos aparecían de cada rincón, cada vez más y más enemigos se materializaban allí donde mirase, y ella se escondía, pero ellos se acercaban a la gente, preguntaban, decian su nombre, enseñaban su foto.
En el mundo Exterior nadie que apreciase su seguridad colaboraría con la PM, pero en los sueños la gente asentía, y señalaban en su dirección, hacia dónde fuese que ella intentase esconderse.
Sentia a cada momento que los tenía encima, cada vez mas, y ella pedía ayuda, pedía a gente sin rostro que la escondiesen, y les decia que era un soldado del Sol Naciente, les decía que debían esconderla. Pero se negaban, nadie la escondía.
Se despertaba de esos sueños cuando los tenía ya sobre ella, cubierta en sudor.
La segunda variante de pesadilla, ligeramente peor, estaba hecha de culpa y de impotencia.
En el mundo real Laura nunca dejaba que eso sucediese, nunca daba mas tiempo del necesario a un objetivo, nunca. Lo máximo que había llegado a oir de ellos era un ahogado "Espera...", o un "No por favor...".
A veces se cubrían el rostro con las manos instintivamente, como si así pudiesen impedir que una bala les atravesase el cráneo, cubriéndose con las manos desnudas.
Pero en estas pesadillas ella no disparaba de inmediato, tardaba demasiado en apretar el gatillo, en sus sueños los objetivos le hablaban, les veía llorar, los oía suplicar.
Y ella tenía que oírlo todo, todo, una y otra y otra puta vez. Le decían que tenían hijos, le decían que no habían hecho nada, le suplicaban su perdón. Y Laura solo quería que se callasen , apretaba el puño sobre el arma, intentaba con todas su fuerzas presionar el gatillo, para no tener que oírles más.
Les gritaba que no era ella, que ella no podía perdonarles, que ella no los había elegido. Pero no se callaban y ella no podía apretar el puto gatillo.
La tercera variante, era la peor de todas. Quizás porque no solía empezar como una pesadilla.
En esos sueños ella estaba con más gente, gente que conocía. A veces con las Dashiri con las que entrenó, a veces con los dos soldados que le abrieron la puerta a la organización cuando era una niña, y otras con miembros de antiguos grupos, incluso alguna vez con sus padres, a pesar de que sus rostros hacía muchos años que se habían convertido en manchas borrosas en su recuerdo.
Conversaciones pasadas de tiempos pasados se repetían como en una obra de teatro, y ella sonreía otra vez con bromas que había ya escuchado mil veces, hablaba con otros soldados, hablaba de verdad, compartiendo sus mierdas de soldado.
Pero en algún momento ella hablaba, y los otros ya no respondían, y al darse la vuelta se daba cuenta de que no estaban.
Los buscaba en sitios vacíos, gritaba llamándoles por sus nombres, solo el silencio respondía.
Entonces era consciente de dos cosas: De que estaba soñando, y de que hacía ya mucho tiempo que a esas personas las habían matado.
No despertaba asustada. Pero mientras que en las otras al despertar los soldados enemigos ya no estaban, mientras que en las otras al despertar volvía a tener el control del gatillo de la cinco siete, en estas cuando despertaba, ellos seguían estando muertos, y ella seguía estando sola.
Cuando no había pesadillas, dormía como ahora, sin soñar. Como si su cerebro al no tener nada horrible que mostrarle, no considerase que hubiese nada mas que valiese la pena mostrar.
Solía atrancar la puerta para dormir, lo hacia con cualquier cosa que pesase un poco. Lo hacía a pesar de que sabía que si los oscuros venían a por ella, eso le daría ¿que? ¿Diez segundos más?
Era un tontería. Y aún así, ella atrancaba la puerta, y a veces se dormía pensando en lo paradojico que era que a una Dashiri, a una hija de la guerra, le diese miedo dormir sola.
Mientras duerme, Douglas, que no dormía se encontraba frente al monitor de un ordenador, a pocos metros de ella, fumando con la mirada fija en ese monitor.
Ha enviado un mensaje, y cada pocos minutos pulsa un botón de "actualizar" por si ya hay respuesta.
El mensaje va destinado a uno de los establecimientos de la casa del Dragón. Ha pedido que le envien cinco tabletas de bacon, seis litros de agua descontaminada, dos paquetes de smoke-god, y un "especial de la casa número 12".
En teoria eso debería hacer que en menos de una o dos horas, un asiático se presentase en la puerta de su taller con todo eso.
Pero la mágia está en el especial de la casa número 12, un plato que no existe.
Y esa cadena de texto "especial de la casa número 12" provocara que ese mensaje nunca llegue al establecimiento. En algún lugar un programa especial ha interceptado y eliminado de la red ese mensaje, y ahora, en algún momento, los hackers de Cult se pondrán en contacto con ellos.
A este método de contacto lo llamaban tickets. Doug tenia dos tickets más, cada ticket podía usarse una única vez y no acudir a la cita con el enlace implicaba que el resto de tickets, diseñados a medida para cada cliente, serían anulados.
Pulsa actualizar otra vez, nada aún.
Esta cansado, y se plantea si dormir un rato él tambien. También está intranquilo, pero aún asi, Douglas esta más tranquilo de lo que debería. Sin lugar a dudas debido a que Douglas desconoce que en ese mismo instánte, muy cerca, a no mas de seiscientos metros, tres hombres armados cruzan la oscuridad de los callejones del 17 en dirección a su viejo taller.
Esos hombres esquivando las zonas visibles desde las ventanas de ese taller se acercan a la puerta.
Cuando estan delante de ella, dos se posicionan a ambos lados, mientras uno saca de una mochila un aparato negro con botones rojos.
Coloca el aparato sobre la cerradura electrónica y espera a que la tecnología haga su magia.
Todos están en silencio, durante tres minutos. Y pasados esos tres minutos, la pantalla del aparato parpadea. El hombre que lo manipula asiente con la cabeza, se aparta, lo guarda, y saca el también una glock de 9mm parabellum.
Empujan la puerta y descubren por primera vez el taller de Doug, unos metros mas adelante ven una escaleras que suben y un poco mas hacia el fondo, dos rincones, uno con tres sillones y una estufa química aún encendida, el otro esta fuera de su rango visual.
El hombre cerdo hace señales hacia ese rincón, y los otros se acercan con el arma en alto, listos para disparar a cualquier cosa que se mueva.
Pero allí no hay nada, solo un micro, una nevera, y unos fogones.
Hacen la señal de limpio y se reunen con su lider al pie de la escalera. El asiente. En silencio, uno detras de otro empiezan a subir. Llegan a un pequeño rellano que se bifurca.
Una ojeada rapida a la izquierda revela una habitación con ordenadores, todos los monitores están apagados.
El que va delante enciende solo unos segundos la linterna incorporada en su arma, solo para asegurarse de que nadie se esconde en ningún rincón.
Hay una cama, pero está vácia.
En silencio, giran sobre sus pasos y se dirigen hacia la izquierda está vez, al final de un pequeño pasillo hay una puerta.
Es la habitación que Doug cedió a Laura.
Esta noche Laura no atrancó la puerta antes de dormir, no lo hizo porque Doug está con ella, porque se siente segura, y porque se averguenza de que alguien la vea hacerlo.
Los hombres se acercan, dos se agachan a lado y lado de la puerta, el tercero, que es mas grande y fuerte retrocede un par de pasos, para avanzar de golpe y golpear con el pie en la fragil puerta.
La cerradura es arrancada de la pared y la puerta se abre de par en par.
El frágil sueño de la guerrera es interrumpido por un ruido que la pone en alerta.
Esta cansada, muy cansada. Tarda demasiado en reaccionar y agarrar el arma que siempre tiene oculta bajo el colchón, siempre a mano.
Tarda tanto que el ruido se repite.
-
Laura...
Se da la vuelta con el arma en la mano. A tres metros Doug está sentado delante de ese viejo ordenador. La habitación está a oscuras, y su rostro parece flotar envuelto en humo de tabaco delante de esa pantalla.
Douglas la mira, y luego mira la cinco siete que ella tiene en la mano.
-
No deberías dormir con eso joder, podrías volarte la puta cabeza mientras duermes.
Ella ignora su consejo, presiona su sien y se levanta de la cama. Se acerca a Doug y se sienta con el para mirar también en el monitor.
-
Pensaba que no lo harían... al menos no aún... - Dice él.
En ese monitor se muestra una videocamara que está instalada a no mas de 500 metros, en la habitación que Doug le dejó, Laura puede ver su cama. Y puede ver a tres hombres armados mirando en los rincones. Abren un armario, y mirán también debajo de la cama.
Ella también pensaba que no se atreverían, no tan pronto.
-
¿Lo estás grabando?
-
Si, desde que forzaron la cerradura.
-
Ese... el grande. ¿Puedes enfocarle la cara?
-
Puede que vean la cámara si lo hago...
-
Necesitamos que se vea que son ellos.
-
Vale...
Doug alarga la mano hasta un pequeño stick conectado al ordenador, y con mucha suavidad lo empuja lentamente, la imagen empieza a acercarse al hombre.
-
No se ve una mierda.
-
Ya va, espera joder.
Doug pulsa varias veces en el teclado. Y la imágen empieza a ganar brillo y contraste. Hasta que un rostro aparece. Laura lo reconoce.
-
Hola Cerdi...
-
¿Es Ashur?
-
Si, es él.
Doug no lo había visto nunca, pero Olfsen hacía años que estaba en el 17, y el si sabía que Ashur era el nombre de uno de sus hombres.
-
¿Seguro que estás grabando?
-
Seguro.
-
Esta muy... -Laura busca la palabra adecuada en la Lengua Oficial, pero no la encuentra – muy como con puntos.
-
granulado...
-
¿pueden pensar que es falso?
-
Pueden... pero si analizan bien la grabación, sabrán que no lo es.
-
Vale, tienen que saber que es de verdad.
-
¿Son cuatro?
-
Cinco que yo sepa. Esos tres, Olfsen y una chica se llama Marka, creo que es su novia, de Olfsen.
Los hombres hablan entre ellos antes de salir de la habitación.
-
Es una mierda que no haya sonido, Doug.
-
No he tenido tiempo, es la camara que tenía.
Salen de la habitación, y con el mismo sigilo que llegaron abandonan el taller de Doug.
Doug enciende otro cigarrillo, y Laura aprovecha para apoderarse de uno de los suyos también.
Fuman un rato en silencio. Ella simplemente espera, mientras Doug reflexiona sobre lo ocurrido.
Joder, ni veinti-cuatro horas.. No hace ni un día que tomo el mando, y los suyos ya han intentado matarle. No quiere creer que sea así, quizás por eso dice que:
-
Quizás solo querían asustarnos...
-
¿Que?
-
Obligarme a ceder el mando a Olfsen para...
-
Venga Doug, no digas gilipolleces.
Se terminan el cigarrillo.
-
No la había jodido, aún.
-
Es porque eres un ciudadano.
-
Hace muchos años que no lo soy.
-
Ya... bueno.
El sabe lo que significa ese "ya...", que para muchos, siempre será uno de los otros.
Doug se vió obligado a elegir el Sol Naciente, y lo hizo, acepto sus putas tradiciones, renunció a volver a su hogar, renunció a ver a Dominike. Y ellos a cambio, envían asesinos por la noche a su puta casa para matarle mientras duerme.
Nunca fué uno de ellos, solo fué 'de ellos'.
Para Laura igual si, pero incluso a ella puede recordarla la primera vez que se vieron, puede ver aún la cara de desprecio de la guerrera cuando le dijeron que aquel tio era un ciudadano.
-
No soy uno de vosotros, ¿Porque deberían ayudarnos los demás?
-
Yo no lo llamaría ayudar...
-
¿Como lo llamarías tu?
-
Han intentado saltarse la cadena de mando, el Sol Naciente se basa en tradiciones. Han jodido la tradición, la cadena de mando es inquebrantable.
-
¿Y eso que coño quiere decir?
-
Quiere decir que muchos pensaran que quizás sería mejor que se te mate. Muchos pensarán que Olfsen ha hecho lo correcto... pero...
-
Pero...
-
Pero Olfsen se cagado en la tradición, con el ya no es opcional, ya no hay que esperar a que la cague. Hay que matarle.
-
Son cinco, nosotros solo dos.
-
Buscaré gente, con la grabación no tendrán otra que aceptar. Negarse sería colaborar con un traidor.
-
Sin los terminales de red...
-
Lo conseguiré igualmente, tardará mas, pero podemos escondernos mientras. No saben dónde estámos.
-
¿Cuanto tardaras?
-
Cuatro o cinco días, una semana como mucho. En una semana puedo conseguir a siete o ocho tios, buenos.
Douglas piensa en lo que eso significa. Que el número de personas que han muerto por su mano se disparará de dos a siete, en una puta semana. Un muerto cada dos días desde su jodido 'ascenso'.
Y eso suponiendo que todo salga 'limpio', que no muera ninguno de esos siete o ocho que Laura espera conseguir.
-
Empezaré a moverlo - dice ella mientras rebusca en la mochila el teléfono satelital.
-
No... espera.
La guerrera le mira, y no le gusta nada lo que ve. Hay duda en su rostro, y la duda no es algo bueno cuando otros intentan matarte.
-
Quiero hablar con Olfsen.
-
¿Que coño dices tio?
-
¿Puedes conseguirlo?
-
Quizás, pero no Doug... joder, los pondrás en alerta.
-
Olfsen siempre respetó la tradición del Sol Naciente por lo que sé... igual se trata de un error.
Y a ella, también le parece extraño, precipitado, incluso para Olfsen, pero ni de puta coña un 'error'. Ashur la advirtió, y esa misma noche tres hijos de puta, el entre ellos, han ido a a buscarles.
-
Que error ni que ostias...
Pero Doug sigue dudando, así que Shimoda decide que debe borrar esa duda.
Allí, en esa habitación de esa pensión de mierda, la guerrera decide jugar una carta... Laura tardaría mucho, mucho tiempo, en descubrir lo peligrosa que podía llegar ser esa carta.
-
Doug... mira ese puto monitor.
El mira, pero la habitación sigue vacía. La guerrera sigue hablando.
-
Si Ashur no me hubiese alertado, tu y yo estaríamos en esa habitación...
-
Ya lo sé...
-
Doug, si en vez de hoy llegan a tardar tres días en enviar a esos tíos, tu yo estaríamos...
-
Ya lo sé...
-
...duermiendo ahí...
-
Que ya lo sé joder, pero...
-
...con Dominike.
Doug enmudece y la guerrera gana.
Un silencio gélido se apodera de todo.