Capítulo III - Reencuentro

Días Oscuros del Sol Naciente - Morgan Olufsen

A menudo se acusó a algunos miembros del grupo
de haber sentido desprecio, o incluso odio hacia Laura.

Laura era violenta, bebía demasiado, era cínica, fría, despiadada,
y a veces incluso cruel, todos lo sabíamos, todos nosotros lo sabíamos.

Era una persona problemática y su alma estaba llena de mierda.
Así es como era ella.

Pero hay algo que no pienso aguantar:
Límpiense la boca antes de hablar de ella.

¡No! Ustedes no conocieron la guerra,
y ustedes no conocieron a Laura, y no tienen
ningún derecho a hablar mal de ella.

Laura era una de los nuestros maldita sea...
y nosotros la queríamos.

Extracto de una conversación con
la entidad virtual Z-401.

Archivo Histórico volumen SE-348907234-SN-12.

 
 
 
El aspecto de la guerrera resulta ser más lamentable de lo que le pareció en el monitor.

Abre la puerta, y allí está ella.

Laura Shimoda se baja la mascarilla, retira su capucha y coloca bien el pelo de su melena oscura, larga y descuidada. Está empapada de agua contaminada, le mira, y sonríe.

Douglas había visto un documental sobre animales extintos una vez, en la ciudadela, hace mucho, mucho tiempo. La sonrisa de la chica le recuerda a una hiena.

Y cuando se miran a los ojos, también recuerda que los ojos de la chica son artificiales.  Durante un segundo se pregunta cómo debe verse el mundo con esos ojos.

La guerrera habla primero.

  • Estás más viejo.

El avanza dos pasos, y mira a ambos lados de la calle.

  • ¿Te han seguido?

  • No.

Laura abre la mochila que lleva colgando, para que Douglas vea la botella que trajo, es vodka.

De camino la vio en un puesto de bebida, le pareció un detalle correcto, porqué significa: Te estoy invitando a beber, no he venido a matarte.

Pero Douglas ni la mira apenas, y avanza dos pasos más para escudriñar mejor en la oscuridad al final de los callejones.

  • ¿Seguro que no te han seguido?

  • Que no, joder.

Desconfiado, entra otra vez en casa y aguanta la puerta, dándole paso.

La guerrera avanza unos pasos y mira a su alrededor.

Hay un montón de cosas electrónicas en un montón de estantes, al fondo hay un rincón que parece una cocina por el simple hecho de que hay menos trastos electrónicos y Doug colocó allí un frigorífico viejo, unos fogones, y un micro.

Doug cierra la puerta y la asegura con más cerrojos de lo habitual, luego respira hondo, y cuando se da la vuelta ella ya se ha quitado el abrigo, que ahora está colgado en una estantería, empezando a formar un pequeño charco en el suelo.

  • Tengo frío.

  • Hay una estufa... ahí.

Ella se acerca al rincón que él le señala, ahí hay una mesa baja, tres sillones viejos y una estufa química. Es una escena llena de recuerdos.

Abre una manivela de paso, y pulsa un botón que hace saltar una chispa dentro del enorme trasto de metal , que empieza a emitir luz anaranjada, un zumbido leve, y calor.

Se aparta un poco, empuja unos de los sillones para acercarlo a la estufa y se sienta en él.

En cada taller de Douglas siempre ha tenido tres sillones y una estufa química en un rincón. En el pasado ella se había reunido con otras personas alrededor de una estufa igual, en otro lugar, hace mucho tiempo.

Ahora ya no queda casi nadie.

Ahora hay tres sillones y sobra uno, ese sillón vacío le recuerda toda esa gente que con la que ya no se reunirán. Ahora están todos en el viento del desierto.

Los recuerdos del pasado siempre le dan sed. Mira a Doug que está ahí quieto mirándola, y le señala hacia la botella que ella dejó sobre una mesa, cerca del rincón-cocina.

Doug se acerca sin decir nada, examina esa botella, y empieza a rebuscar en un armario.

Busca un par de vasos de cristal, pero no los encuentra. No consigue recordar si los guardó en otro lugar o si los vendió. El cristal es frágil, y las cosas frágiles no son útiles en el mundo exterior.

Al final se decide por dos pequeñas tazas de metal, y también toma un trapo grande que tiene en la cocina para ofrecérselo a su invitada. Ella lo acepta sin más, no le da las gracias.

En Nazshda no existe la palabra 'gracias'.

Existe 'nauul' si... pero eso es para cuando alguien te da caridad, o si te perdonan una deuda, o si alguien corre algún riesgo por ti.

El le ha dado un trapo para que se seque, porque el ha querido, y eso no merece una palabra propia en la pragmática lengua del yermo.

Se sienta en el otro sillón, pone las dos tazas sobre la mesa, abre la botella y llena las dos hasta la mitad.

Verla ahí, secándose delante de la estufa le recuerda tiempos que el quería olvidar. Y aún así, no queda ya mucha gente viva con la que Douglas pueda beber.

La guerrera toma su taza, y la levanta en su dirección.

  • Nurg.

  • ...Nurg.

Beben de un trago, Laura se acerca a la botella y procede a llenar las tazas de nuevo.

Douglas no deja de pensar en lo último que le dijo Dominike, "esa mujer no trae nada bueno, nunca". Seguramente tiene razón, pero opta por decir algo diferente, aunque no por ello es mentira.

  • Me alegro de que estés bien.

Ella sonríe y piensa: "De que no me hayan matado aún"

  • ¿Sigues hablando con tu novia rusa Doug?

  • No, ya no.

La guerrera mira a su alrededor con desdén, al fondo hay una escalera, puede oír ruido de ventiladores, seguramente son computadoras. Y seguramente ahí está la máquina que usa para hablar con la chica con la que dice que ya no habla. Laura se pregunta que se debe sentir, se pregunta cómo debe ser que alguien te quiera de ese modo.

Douglas toma un sorbo y habla, interrumpiendo sus pensamientos.

  • ¿Cómo está Klauth?

  • Lo mataron. En un control de la Policía Militar.

Douglas solo había hablado un par de veces con Klauth. Le entristece su muerte, pero ni remotamente le sorprende.

  • Lo siento.

  • La mierda ocurre.

  • ¿Con quién estás ahora? La siguiente era... Sofia, ¿no?

  • Si, está muerta.

  • Joder... ¿Como?

  • Pilló no sé qué mierda del yermo. Tenía un nombre de esos de enfermedad rara.

  • ¿Termina negra?

  • No... era otra cosa. Era... no me acuerdo de qué coño era. El caso es que esa porquería se la estaba comiendo por dentro. Un asco, se ve que primero vomitas sangre, luego cagas sangre, y luego empiezas a vomitar los trozos que se van despegando por dentro. Tarda meses en matarte.

Douglas recuerda a Sofia. Sofia era morena, tenía los ojos azules y una sonrisa que -curiosamente- la guerra no había conseguido borrar, y como muchas otras mujeres del Mundo Exterior era estéril. Pero Sofia tenía una hermana que había dado a luz a dos hijos. La recuerda enseñando fotografías de los dos críos, llena de orgullo.

Sofia no se unió a la organización por ninguna causa, simplemente sabía que el Sol Naciente -y sus pagas- le permitirían cuidar mejor de su familia.

  • Ella... ¿Sufrió?

  • No sufrió nada. Teníamos que hacer una recogida de munición, cuando salimos dejó preparado un montón de dinero para su familia y una nota, luego se metió una pistola en la boca.

  • Joder...

  • Bueno... así es mejor. Tenía una hermana, no sé si te acuerdas. Y sobrinos... No quería que la viesen así, hecha una puta mierda. Les dimos el dinero, y les dijimos que había caído en combate. Es lo que ponía en la nota.

Sofia y Klauth, ambos muertos. Era más o menos normal, habían pasado muchos años, y así es como pasaban los años en el Sol Naciente, dejando un reguero de muertos.

Teniendo en cuenta que eran miembros de la organización, a Douglas no le parecieron nunca malas personas. Y eso tenía sentido. Los buenos siempre morían primero.

Shimoda quiere servir más vodka, y llena su taza, pero Douglas aún sostiene la suya a dos palmos de la cara, perdido en sus pensamientos.

  • Douglas, -dice ella agitando la botella- bebe.

El se termina el vaso, y la guerrera los llena de nuevo, toma un sorbo, enciende un cigarrillo y ofrece otro a Douglas, que lo rechaza con la mano.

Douglas Einsslin, más cansado y más viejo por momentos, solo agita su taza, y en el fondo de esa taza una idea, un temor que se hace cada vez más real.

  • ¿Quién era el siguiente?

  • Nashul.

  • ....nunca me gustó Nashul.

  • Vendió armas del Sol Naciente a la Casa del Dragón. Lo apartaron.

Así es como llamaba el Sol Naciente a matar a uno de los suyos: "apartar".

  • ¿Fuiste... tú?

  • No, pero lo habría hecho. Era un traidor.

Douglas no aparta la vista del fondo de su taza, mientras sus temores se hacen cada vez más reales.

  • ¿Roberto?

  • Esta muerto, cuando fuimos a...

  • ¿Alaina...?

  • ... muerta.

  • Ivan, Mathias, Urhan, Lucía....

  • Iván está desaparecido. Los demás... todos muertos.

Termina su taza, de un trago, y la deja con fuerza sobre la mesa. Mira a Laura a los ojos y con toda la determinación que puede reunir dice:

  • No pienso hacerlo.

  • Puesto 43 en la cadena de mando Doug... ese eres tú.

  • No lo haré.

  • Douglas la cadena de mando es... inquebrantable.

  • No.

  • Douglas. Negarse es traición...

  • He dicho que no.

  • ¡Douglas joder! ¡La traición se castiga con la muerte!

  • ¡Vete a tomar por el culo! ¡Estaba tranquilo joder, estaba tranquilo hasta que tú llegaste!

  • Si no vengo yo enviarán a otro...

  • ¿Se castiga con la muerte? Estáis cayendo como moscas joder. Y tú me traes esto. Me traes la muerte.

  • Son malos tiempos, pero creo que sé porque hemos tenido tantos problemas...

  • Me alegro por vosotros. Cuéntaselo al 44.

  • Se lo cuento al siguiente en la cadena de....

  • Que no lo haré, coño.

  • Yo no hago las normas... pero la traición....

  • ¿Se castiga con la muerte? ¿Y qué coño piensas hacer eh? ¿Vas a matarme?

Un silencio corto, que se hace increíblemente largo, se apodera de toda la habitación.

Luego ella, malhumorada, se reclina en el viejo sillón y suspira. Apura su vaso y apaga el cigarrillo dentro de el.

  • Te diré lo que ha pasado aquí viejo. Yo he venido, y tu te has negado, así que te he matado. Eso es lo que ha sucedido. Recoge tus mierdas y lárgate. Pero...

  • ¿Pero qué?

  • Pero escóndete en el puto culo del mundo Doug... Porque como te encuentren... ya lo sabes.

  • Vaya, ¿debería estar agradecido?

  • Estoy mintiendo por ti gilipollas. Mintiendo al Sol Naciente, egoísta de mierda.

Douglas agarra la botella y se llena casi toda la taza y bebe de un trago. Ella tiene razón, podrían matarla por perdonarle la vida...

  • Nauul...

  • Ya... nauul... no te jode. Pasaré la noche aquí, me he cruzado con dos polis, parece que hay controles.

  • Hay mas gente... gente más preparada que yo. Ellos sabrán que hacer...

  • El siguiente es Olfsen.

  • ¿Olfsen?

  • Olfsen si... - dice ella, mientras lamenta haber apagado el cigarrillo en el interior de su taza. Abre la tapa de la estufa química y tira el contenido dentro. Limpia con un dedo la taza, y reparte lo que queda de la botella entre los dos.

  • Olfsen, ¿El que despellejó...

  • Si, el que capturó un poli y lo despellejó vivo mientras el resto de su comando se reía. Ese Olfsen.

  • Es un puto psicópata, ¿porqué él?

  • Los siguientes están muertos, número 52 en la cadena.

  • Es un tarado, y un fanático.

  • Por eso está en el puesto 52 y no en el 43... Doug.

Por algún motivo a Doug le da por recordar el momento en que conoció a Laura. Recuerda a una niña de solo 16 años con mas de 60 ejecuciones a la espalda. Ya era fría y despiadada, y ahora, con los años, seguramente será más fría y más despiadada.

Y hay cientos como ella, escondidos en cientos de comandos esperando solo una orden para matar.

Si eran los últimos días del Sol Naciente, Olfsen se ocuparía de que esos últimos días fuesen un jodido baño de sangre.

La guerrera se ha levantado y ahora está mirando dentro de un pequeño frigorífico que Douglas tiene en el rincón-cocina.

  • ¿Tienes algo para comer?

Bajo las órdenes de ese psicópata mucha gente morirá en muchos bandos diferentes. Y lo harán por nada, por una causa perdida, por una causa que nació muerta.

  • También me iría bien lavarme, llevo tres días pateando este sitio de mierda. ¿Tienes un reciclador de agua no?

Se pregunta como se lo contará a Dominike, y si ella lo entenderá.

Tarde o temprano seguramente lo descubrirán, tarde o temprano seguramente sabrán que Laura no lo ha matado.

Le matarán a el, matarán a Laura por mentirles, y en cuanto a Dominike... Si no la matan, estará condenada a vivir en el Mundo Exterior sola, sin el motivo por el cual abandonó su hogar.

  • ¿Ya no tienes la paga del Sol Naciente o que? ¿Por qué te comes esta basura? -Dice mientras sigue rebuscando dentro del frigorífico.

Puede decirle lo que está sucediendo sí, pero ella tendrá un motivo más para ir corriendo a buscarle. Incluso piensa en desaparecer, pero ella sería capaz de ir sola al mundo exterior a buscarle. Dominike ha tomado una decisión, y es tarde para hacerla cambiar de idea. Están en peligro, y morirá mucha gente.

Solo hay un modo de estar un poco menos en peligro, y solo hay un modo de que muera algo menos de gente.

  • Doug...

Como en los viejos tiempos, obligado a elegir el Sol Naciente una vez más, y por el mismo motivo.

  • ¡Doug!

  • ¿¡Que!?

  • Que, si tienes comida, y que si me puedo duchar.

El la mira, se termina el último trago.

  • Lo haré.

Laura le mira con cierta sorpresa.

  • No has dicho antes que no pensabas...

  • No hay otra alternativa, es más seguro aceptar que rechazar.

  • Oh, tú siempre tan implicado en la causa...

  • Dominike vendrá. Al mundo exterior...

  • ¿Tu novia rusa con la que ya no hablas? ¿Por qué quiere venir aquí? ¿Es imbécil?

Ni siquiera hay malicia en la última pregunta, así que Doug la ignora.

  • Quiero que la ayudéis a llegar aquí, segura.

  • Soy un soldado no tu jodida... nakzala.

  • "Canguro"

  • Eso.

  • Tu tienes contactos, no me fio de la OMA.

  • ...empiezo a lamentar que seas mi puto jefe.

  • ¿Prefieres a Olfsen?

La chica se ha apropiado de algunas cosas de la nevera y se sienta otra vez en la mesa.

  • Vale

  • Dos cosas más, pronto habrá problemas en el 17.

  • ¿Qué problemas?

  • Erald cerrará la factoría.

  • Habrá hambre, y problemas si... pero nos largaremos antes de este pozo de roña espero.

  • Nosotros lo evitaremos.

  • ¿Nosotros?

  • El Sol Naciente lo impedirá.

  • Joder tío, no sé si te has enterado de que tenemos problemas, de los de verdad Doug. No han estado cazando como a ratas.

Doug saca unas latas de cerveza de uno de los armarios, se sienta el otro sillón, y las pone sobre la mesa.

  • Has dicho que creías saber el porqué.

  • Creo que han reventado el canal de comunicación.

  • Los canales del Sol Naciente están cifrados.

  • Ya se que están cifrados. He hablado con otros y...

  • Son claves de cifrado de 48 mil bits, no es posible reventar eso.

  • Ya me se la jodida teoría Doug. Y te digo que nos han estado cazando. Han caído como 30 grupos en los dos últimos meses. Pero a mi no me han encontrado, hace tres meses que no uso una terminal de red...

  • ¿Y como te has comunicado...?

  • Andando, andando mucho.

  • Eso no demuestra...

  • Hay otros, algunos se olieron que podía ser esto, hay mas grupos que han dejado de usar los terminales de red, y a esos no les han encontrado, esos no han caído.

  • Igual un chivato...

  • Los comandos son independientes. ¿Un chivato en cada uno de esos grupos? En la mayoría de casos se los cargaron a todos, no hay 30-y-pico chivatos dispuestos a dejarse matar, Doug.

  • Es extraño...

  • Es raro de cojones si, pero yo que tu no usaría el terminal de red, -se acuerda de su novia rusa y añade...- al menos no con las claves de cifrado del Sol Naciente.

  • Si es así estamos incomunicados con los demás.

  • Casi del todo, pero como te dije llevo meses caminando, tengo algunos enlaces, podemos comunicarnos con algunos comandos, tengo números de teléfono satelitales, hay algunos contactos que pueden llevar mensajes...

  • Eso es una mierda.

  • Es algo, y es mejor que nada.

Douglas se lleva una mano a la cabeza, presionando su frente, como si así pudiese poner un poco de orden en sus ideas. Ella sigue hablando:

  • No tengo rango para hacerlo yo, pero creo que deberíamos buscar una terminal de red, uno que este apartado, y dar una última orden a todos los demás, para que dejen de usarlas a partir de ahora.

  • Estaremos incomunicados.

  • Es mejor que estar comunicados, con el enemigo escuchando.

  • Lo haré.

  • Tendremos que buscar otro canal para comunicarnos, y luego contactar con los demás para que lo usen.

  • Será lento...

  • Si, lo será.

Douglas la imita y se centra en su cerveza. Mira al fondo del taller, a la puerta del que hasta ahora era su tranquilo taller, a Doug le gustaba su taller, hasta ahora.

Ahora le parece que es demasiado pequeño, que la puerta es demasiado frágil y no tiene bastantes cerrojos, que no hay suficientes cámaras para vigilar el exterior, que no tiene bastantes salidas de emergencia.

Ahora el exterior de esa puerta se presenta en su imaginación como un lugar oscuro, con montón de soldados vestidos de negro y con cascos de visor rojo acercándose por esos callejones oscuros, acechando.

  • Laura...

  • ¿Que?

  • ¿Tu nunca tienes miedo?

Normalmente ella buscaría algo ácido con lo que responder a esa pregunta. Pero ya no queda casi nadie con quien Laura pueda hablar de verdad.

  • Cada día Doug.... Cada puto día de mi vida.