El conflicto entre la Nugh-Khalaseth y la
Nugh-Shigurath duró más de 200 años.
Es una de esas tragedias que sucedieron
casi en silencio, casi imperceptible a la historia.
Un conflicto religioso que fue eclipsado
por la brutalidad de uno mucho mayor.
Para muchos, algo insignificante al compararlo
con la guerra entre el Sol Naciente y la Corporación.
Para mí, este fue el problemático, y este fue el auténtico,
porqué es este y no otro, el que arrancó la vida de los míos.
El conflicto invisible
-Anónimo
La escalera es de piedra, muy antigua.
Nadine sabe que para otros, el descenso es diferente; a veces son escaleras de luz que ascienden para algunos, y para otros, es un camino en un bosque oscuro que se pierde en el infinito.
Pero para ella, siempre son esas escaleras, en una torre sin ventanas y enroscándose sobre sí mismas. Esas escaleras de roca mohosa descienden y descienden.
Su camino está iluminado solo por antorchas; las colocó ella hace mucho tiempo y brillan en la oscuridad cada 10 o 15 metros. Contarlas la ayuda en el descenso.
Un olor acre, que no es de este lugar, la atrapa.
Seguramente alguna de sus hermanas ha vomitado.
La hechicera aparta ese pensamiento, porque si eso está ocurriendo, sucede en otro momento y en otro lugar, no aquí.
El pensamiento es apartado, pero se ve obligada a contar las antorchas de nuevo, desde el principio.
En algún momento pierde la noción del tiempo, y piensa que así es mejor, después de todo, el tiempo es relativo cuando una desciende.
Transcurridas muchas antorchas, al fin, un pequeño rellano al final de las escaleras, y en ese rellano, una puerta de madera vieja con una última antorcha a su lado.
Camina hasta llegar a esa puerta, y está a punto de empujarla cuando repara en que en el suelo hay un pequeño charco de agua.
Las otras veces no estaba ahí, es nuevo, y quizás es relevante.
Relevante sobre todo porque hasta hoy, nunca había visto nada nuevo antes de cruzar la puerta.
Se acerca a ese charco de agua y mira.
En este lugar podría ver cualquier cosa en el interior de ese charco, pero ella mira, y se ve a sí misma reflejada en el agua.
No es una buena señal verse una misma aquí, significa que podría estar implicada en todo lo que vendrá de un modo demasiado... personal.
Se da cuenta de que en el reflejo lleva otra ropa, eso podría implicar muchas versiones distintas de muchas cosas distintas. Lo descarta como no relevante, pero sin olvidar que se ha visto a si misma.
Se vuelve hacia la puerta y la empuja, pero está cerrada.
Mas implicaciones: una puerta cerrada tiene su propio significado. Lo que sea que se esconde tras esa puerta no quiere ser encontrado.
Pero no hay candados, ni una cerradura que se haga notar. Probablemente es solo gente escondiendo algo o gente que quiere pasar desapercibida.
No son hechiceros como ella; de serlo, habría cerrojos. Además, debería haber notado la manipulación del tejido a su alrededor.
La hechicera niega que la puerta esté cerrada. Lo niega en voz alta, porque la palabra se acerca mucho al 'es'.
Pone la mano sobre el pomo, lo hace girar, y empuja la puerta que ahora se abre sin ofrecer resistencia.
Y detrás de la puerta, solo oscuridad, y un aire frío.
"Nada bueno encontraré aquí", piensa ella.
Da unos pasos dentro de la oscuridad que la envuelve, no puede ver nada, palpa a ciegas pero solo hay un frío vacío a su alrededor. Sigue caminando, asegurándose de que no se perderá lo hace en línea recta, sin perder la puerta de entrada como punto de referencia.
Camina unos segundos hasta que puede oír un ruido, lo sigue, y tras caminar unos metros choca contra algo.
Extiende las manos, encuentra el marco de una puerta que no puede ver en la oscuridad, el marco es fino, la puerta es pequeña, y se encuentra en la oscuridad.
Otra vez lo mismo, algo que se esconde. ¿Por vergüenza? ¿Por miedo?
Es pronto para sacar conclusiones.
Empuja la puerta, y encuentra otra sala oscura, sin embargo, una luz tenue al final de esa sala, con el resplandor del fuego.
Se acerca y se da cuenta de que no es otra antorcha, es una hoguera en una pared, y a medida que se acerca, puede reconocer lo que parecen ser tres camas alrededor de esa hoguera. Todas las camas ocupadas con unos bultos.
La invade cierta sensación de miedo, lo que le hace pensar que posiblemente haya gente dispuesta a hacerle daño para que no vea lo que hay aquí.
Claro que también podría ser simplemente que el lugar le de miedo. Nunca es fácil separar.
El primer bulto es marrón y gris, y es una especie de animal. Es un cuadrúpedo, algún tipo de mamífero, el morro es de lobo, la cola también, tiene una cicatriz en la cara, y más cicatrices en el cuerpo.
Su pelaje sin embargo no es de lobo, es marrón, y tiene manchas negras y Nadine piensa que igual es algún tipo de mutación.
Es una hembra, probablemente una mujer.
Su apariencia, su pelaje, es un detalle importante, si la hechicera no recuerda el animal como algo significativo, entonces lo mas probable es que este viendo su esencia a través de otro. Quizás a través de la loba-mezcla misma, o quizás a través de uno de los otros bultos en las otras camas, lo mas probable, una mezcla de todo lo anterior.
Se le ven los dientes, y son dientes hechos para rasgar carne, el avatar espiritual los tiene apretados, y tiene la boca semiabierta, con esos dientes a la vista.
Signos de agresividad, es alguien peligroso.
Se acerca al animal y lo mira más de cerca, sabiendo que esa cosa no puede percibirla.
La lobo-animal-mutado levanta la cabeza y mira hacia uno de los bultos en la otra cama, cuando ella mira en esa dirección, dos ojos rojos se iluminan en la oscuridad.
Este es un lobo, fuerte, pero viejo, este no está mezclado, ella lo percibe como un lobo viejo, y probablemente así se ve a si mismo y así lo ve la loba-mezcla.
Gruñen, ambos, mirándose a los ojos, pero no lanzan dentelladas al aire, ni se atacan, quizás están discutiendo o quizás solo midiéndose.
Las llamas se avivan durante un segundo, y en un rincón de la sala puede ver un trono de piedra.
Los dos animales miran ahora en esa dirección, ella se acerca y se percata de que ese trono tiene un montón de manchas de sangre reseca.
El lobo viejo se acerca al trono, pero mantiene una distancia prudencial.
La loba-mezcla gruñe alrededor del viejo lobo, y da un par de dentelladas cerca, intentando que el lobo se acerque más aún al trono. Pero el lobo no se acerca, y lanza miradas nerviosas al tercer bulto, hacia la cama mas alejada.
Ahora Nadine se acerca a ese tercer bulto. Es una gata. Nadine la ve ligeramente difuminada, quizás está escuchando a escondidas y los otros dos no saben que está ahí, o quizás están hablando de ella y realmente no está allí.
Estar o ser nombrado, no difiere mucho aquí.
Es un animal bonito, tiene un pelaje negro y dorado, y unos ojos que brillan de color verde con un fulgor casi artificial. Por algún motivo Nadine está convencida de que es una hembra, se acerca más dando la vuelta a su alrededor para intentar comprobarlo. Entonces la gata bosteza.
Y cuando lo hace, al abrir la boca, la hechicera ve que esa boca está llena de dientes grotescos, afilados, enormes en comparación al animal, y llenos de sangre. El contraste la impacta lo suficiente como para dar un paso atrás y soltar un ahogado grito de sorpresa.
Y se le hiela la sangre en ese momento, porque ese animal, justo cuando ella grita, levanta las orejas y gira la cabeza en su dirección, sus pupilas se abren tanto que sus ojos ahora son casi negros.
Se queda petrificada de miedo cuando piensa que quizás la está viendo.
La gata se levanta, sus orejas se estiran hacia atrás, y empieza a olisquear en su dirección, agazapándose, entrecerrando los ojos.
Ella se queda quieta, preguntándose si realmente la está viendo.
Pero a los pocos segundos el animal recupera su posición, se sienta, y empieza a lamerse una pata.
Oye un gruñido detrás de ella, y al girarse ve que el lobo viejo se ha subido ahora en el trono, y sigue mirando en dirección a la gata.
Alrededor de la sala aparecen varios pares de ojos rojos, no consigue distinguir de quién son, dan vueltas alrededor, merodeando en la oscuridad.
El lobo está lamiendo el trono, cuando se acerca ve que ese trono está sangrando. Y el lobo intenta lamer esa sangre. Baja de un salto y empieza a dar vueltas alrededor del trono, intentando beberla toda, pero ese trono sangra cada vez más y más, hasta que la sangre empieza a manchar el suelo.
Un olor acre otra vez, se pregunta si otra hermana ha vomitado, o si quizás lo está haciendo ella.
Ella pronuncia palabras hechiceras para apartar ese olor.
Sin embargo, el olor no desaparece, es de este lugar, es de este momento, y se hace cada vez más fuerte.
Fuera del sueño del tejido solo lo ha olido con esa intensidad una vez en toda su vida. Pero lo reconoce.
Lo reconoce porque es imposible de olvidar, es el olor de la carne en descomposición.
El hedor de la muerte.
Y ese olor lo inunda todo cada vez más y más, y en el trono, por mucho que se esfuerza el viejo lobo, la sangre no deja de brotar.